Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de noviembre, 2010

Carta de un hijo a su padre

No me des todo lo que te pida, a veces sólo pido para ver hasta cuánto puedo tomar. No me grites, te respeto menos cuando lo haces, y me enseñas a gritar a mí también, y yo no quiero hacerlo. No des siempre órdenes... Si en vez de órdenes, a veces, me pidieras las cosas, yo lo haría más rápido y con más gusto. Cumple las promesas, buenas o malas... Si me prometes un premio dámelo, pero también si es castigo. No me compares con nadie, especialmente con mis hermanos. Si tú me haces lucir mejor que los demás, alguien va a sufrir, y si me haces lucir peor que los demás seré yo quien sufra. No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer, decídete y mantén esta decisión. Déjame valerme por mí mismo, sí tu haces todo por mí, yo nunca podré aprender. No digas mentiras delante de mí ni me pidas que las diga por ti, aunque sea para sacarte de un apuro, me harás sentir mal y perder la fe en lo que me dices. Cuando yo haga algo malo, no me exijas que te diga por qué

Tu Cenicienta

Como en un cuento de cenicienta, me fui corriendo y deje a mi príncipe solo. Ese es el verdadero cuento, pero para mi es al contrario, mi príncipe   me ha dejado sola. No ha bailado conmigo en el baile de los sentimientos, ni ha estado pendiente, ni de mi sonrisa ni de mis abrazos. Mi príncipe bailaba solo, no necesitaba mi compañía, ni el amor de su cenicienta. Quizás solo dejarse ver con ella, pero aun así se le hacia pequeño su mundo, necesitaba respirar y su soledad. Oye príncipe yo quiero tenerte en mis brazos, verte cada día, sentir tus besos y acaricias, hablarte reír y amarte hasta quedar rendida. No quiero que me traigas solo el zapato, lo pruebes y te vayas, porque de que me vale tener algo que no tengo, que no puedo hacer uso.  Mi príncipe vuélvete a tu cuento y haz realidad el sueño de tu cenicienta.                                                                          Autora                                                      Soledad Rodr

Lejania

Acaríciame pero no me toque. Bésame pero no te acerque. Háblame pero no me mire. Cada vez te siento   menos,  te veo lejano de mi mundo, ausente. He perdido la ilusión que había puesto en mi mundo interior. Tus caricias no las siento, he perdido ese chispazo que me recorría con solo tocarme. Tus besos   me saben amargos, ya no tengo ese sabor dulce que me hacia desear mas. Tus palabras ya me son lejanas, tristes sin ese ruido que despertaba mis sentimientos. Te veo lejano, y sin darte cuenta te fuiste de mí .                                                                                               Autora                                                      Soledad Rodriguez Lopez

Mi paciencia

No escucho tu corazón latir, ni los mensajes me llegan, no escucho tus profundos suspiros, y me pides que tenga paciencia. Hoy tengo un sonido mudo, no debería de echarte de menos, pero las horas se me hacen eternas, le pido a mi alma que tenga paciencia y que se espere a la próxima parada. Sabes que después de echarte de menos y poder hablarte,   mi alma se sentirá liberada. Estoy añorando tus cálidas palabras que van calentando mi frío corazón, esta noche el pasara frío porque tu no estas. Mañana será como hoy, otro día de espera, de intensa espera pero mantendré ocupada mi mente para no echarte de menos, para que las horas pasen rápido, para que llegue el día, para escuchar tus latidos, el tintineo de tus mensajes, en tus grandes suspiros, para rozar tus manos sentir tu ardiente piel, para sentir el aliento de tus besos y con ese calor me embriagues a mi. Hoy tendré paciencia, ten por seguro que te esperare.                                                        

Medicina para mi alma

Mi corazón corre a mil por hora   tus palabras me vuelven loca pones mis sentimientos a flor de piel y se pierden hasta las horas. Si existe un amor c apaz de hacerme feliz ese ha sido tu Si tu, con tus palabras mágicas. Cada noche haces que mi corazón vaya mas allá de la razón pones la magia en mis labios y la ternura en mi corazón Haces hasta que llore de felicidad. Guardo tu imagen en mi mente y cuentos las horas que quedan para el encuentro siguiente. Si, tus dulces palabras son medicina para mi alma y un corazón que cicatriza cada día que pasa. Mi corazón corre a mil por hora y tiene prisa y no se amarga pues tú le has puesto una rosa y un beso en el alma.                                                                                          Autora                                                                                          Soledad Rodriguez Lopez                                                         

Tu mensaje

Desde que leí tu mensaje cada noche te espero impaciente. Te has convertido en un sueño de cada día en una nueva ilusión. Cada palabra que escribes llega al fondo de mi corazón. Nunca creí que pudiera conocer a otra persona afín a mí. Hablas del amor como si fueses Romeo y tu Julieta te esta esperando. Vives a miles de kilómetros pero te siento a mi lado. Tú forma de hablar me hace sentir segura y procuras que tenga dulces sueños recitándome poesías. Me acaricias sin tocarme y me besas sin rozarme y me deseas a distancia. Desde que leíste mi mensaje.                                                                                                                                      Autora                                                                                                                    Soledad Rodriguez Lopez      

Rosas rojas

Rosas Rosas rojas Una copa de vino Y miradas inquietas. Rosas Rosas rojas Bajo el mantel Tu mano  traviesa. Rosas Rosas rojas Susurros suaves A mitad de la noche. Rosas Rosas rojas Sabanas de satén Se resbalan en nuestra piel. Rosas Rosas rojas Ardientes pasiones Nos devoran. Rosas Rosas rojas Dos corazones Dos palpitaciones. Rosas Rosas rojas Tus manos me abrazan Tu piel me abrasa Rosas Rosas rojas Un remanso de paz Rosas rojas.                                                                Autora                                                         Soledad Rodriguez Lopez