Está demostrado que los viajes aportan felicidad a nuestra vidas, y no lo digo yo, lo dicen los expertos y científicos que estudian las mentes humanas.
Una escapada siempre sienta bien, conque cogimos coche y partimos a La Manga del Mar Menor en Murcia.
Nos hospedemos en el hotel Izán Cavanna, en donde se cumplió muy bien todos las medidas de seguridad y prevención contra el Covid.
Un hotel céntrico, con buenas comidas y personal atento.
Hay aparcamientos por la zona y zonas de ocio y el Mar Mediterráneo a un paso.
Nuestras vistas eran extraordinarias ya que daban al mar Menor, y el balcón con vista a la piscina.
La habitación estaba bastante bien, tenía tres camas, un frigorífico y un espacioso baño con bañera.
La peque nada más llegar se echó en la cama para jugar un ratito con su móvil, aunque luego nos fuimos a la piscina.
En realidad bajemos primero a la playa y el agua estaba súper caliente, pero lo que más nos sorprendió es que hubiese medusas.
Y no una, sino muchas medusas flotando y como el fondo del agua era oscuro parecían de color blanco, conque nos fuimos derechas a la piscina.
Después de la cena, dimo un paseo por la zona, y empezó a tronar y los relámpagos iluminaban el cielo, anunciando la lluvia, conque nos fuimos directos al hotel, no antes de fotografiar a Noa con su animal preferido: el delfín.
Al día siguiente, el día amaneció soleado y decidimos recorrer la manga de punta a punta.
En su recorrido nos sorprendieron varias construcciones, como este restaurante llamado Paquebote, que imita un precio barco con sus ventanas de ojo de buey.
Y en medio del camino, nos encontremos una urbanización con piso en forma de castillos, con sus torreones y sus ventanas de celosía.
A Noa le encanto la edificación y decía que quería vivir en ese castillo.
Después de la cena, fuimos a la terraza del hotel que había karaoke para niños y mi princesa se animó y canto por primera vez una canción y lo hizo con “La llorona” de Chavela Vargas.
Y tocaba visita obligada a Cabo de Palos y su enigmático faro que se eleva 30 m sobre el nivel del mar y cuya señal luminosa da un alcance aproximado de 24 millas.
A la derecha del faro, nos encontramos una preciosa playa llamada Cala Fría, y es una cala ideal para bucear.
Y de pronto oigo el sonido de los motores de la patrulla Águila y sus vuelos acrobáticos.
Una pasión que tengo desde que era pequeña, es mirar pasar los aviones y cuando descubrí la Patrulla águila, quede hechizada para siempre con sus majestuosos vuelos.
Y al pie del faro Cabo de Palos, disfrute de una magnifica exhibición.
Y con esta preciosa foto panorámica, me despido de vosotros a la espera del próximo viaje, aunque con el tema covid tan movidito, no sé cuándo volveremos a viajar con seguridad.
¿Conocíais La Manga del Mar Menor?
Si no fuera por lo peligrosas que son las picaduras de las medusas, qué llamativas son.
ResponderEliminarHola! que pena que hubiera tantas medusas, espero que disfrutarais mucho del viaje. Besos
ResponderEliminarMe quedé sin conocer La manga del Mar Menor y te aseguro que me encantaría. Lo de las medusas es una pena.Besicos
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