Una nueva escapada apuntada en nuestro cuaderno de viaje nos llevará a Trevélez, aunque nuestro punto de partida empezará en Laujar de Andarax, será nuestro sitio para descansar y sobre todo comer de lujo, regado con un buen vino.
Trevélez, es una localidad y municipio perteneciente a la Alpujarra granadina, y se encuentra a una altitud de 1.476 metros sobre el nivel del mar. Se encuentra dentro de Parque Nacional Sierra Nevada y es el pueblo más alto de Andalucía, y el segundo más altos de España.
Nada más llegar y aparcar, el tiempo nos regaló pequeños copitos de nieve, el tiempo premiaba lluvia, pero había un sol que se negaba abandonar sus cálidos rayos de sol.
Trevélez es famoso por sus jamones curados de forma natural gracias al aire de Sierra Nevada. Estos jamones son mundialmente conocidos y cuenta con Denominación de Origen.
El rio Trevélez es uno de los mejores ríos para pescar truchas y sus aguas fluyen del deshielo de sierra nevada.
El cerdo es famoso en estas tierras y como bien se dice del cerdo hasta los andares.
El jamón de Trevelez tiene unas características muy peculiares, ya que se obtienen únicamente de cerdos de las razas Landrace, Large-White y Duroc-Jersey, o sus cruces, alimentado con piensos vegetales.
Se utiliza sal marina y las características climatológicas de la zona hacen que sea un jamón con bajo contenido en sal. El proceso de secado y curado se realiza de forma natural y bajo métodos tradicionales.
En Trevélez también podemos visitar el museo del jamón Vallejo, que es el secadero de jamones más antiguo de la alpujarra y allí podemos ver y conocer cómo se elaboran los famosos jamones de Trevélez.
Subiendo a los barrios altos, nos encontramos estos animalicos perdidos...
La iglesia parroquial de San Benito del siglo XVIII, fue reformada tras la Guerra Civil, y es de estilo mudéjar.
Me llamó la atención una exposición de puertas de estilo mudéjar, realizada artesanalmente por maestro carpinteros.
Tras visitar los barrios medio, bajo y alto, tomemos rumbo al aparcamiento y nos despedirnos del pueblo.
No sin antes, degustar una tapa de jamón de Trevélez y un vino de la tierra.
A Noa le regalemos una hucha de cerdito, para que ahorres sus dinerillos.
Y soplillos de Cadiar, elaborados con huevo, azúcar y almendras.
Y no podíamos dejar el pueblo sin llevarnos un buen jamón de Trevélez, que por cierto tiene un aroma y un sabor que lo hacen único.
Y Hasta aquí llegamos, dejando atrás un bonito pueblo que sus jamones deleitan al mundo entero.
¿Conocíais Trevélez?
Y vaya maravilla de escapada
ResponderEliminar¡Qué buen jamón se come ahí, dí que sí!
ResponderEliminarBesitos.
Una excursión magnífica y supongo que aprovecharías para comer jamón.Besicos
ResponderEliminarUn viaje muy chulo. Se nota que lo habéis pasado genial.
ResponderEliminarBesos